lunes, 31 de octubre de 2011

La pizarra mágica

Iba una vez un niño caminando por un bosquecillo, cuando sobre un viejo árbol encontró un gran pizarrón, con una caja de tizas de cuyas puntas salían brillantes chispas. El niño tomó una de las tizas y comenzó a dibujar: primero un árbol, luego un conejo, luego una flor...
Mágicamente, en cuanto terminaba cada figura, ésta cobraba vida saliendo del pizarrón, así que en un momento aquel lugar se conviertió en un estupendo bosque verde, lleno de animales que jugaban divertidos. Emocionado, el niño dibujó también a sus padres y hermanos disfrutando de un día de picnic, con sus bocadillos y chuletas, y dibujó también los papeles de plata y las latas de sardinas abandonadas en el suelo, como solían hacer.
Pero cuando los desperdicios cobraron vida, sucedió algo terrible: alrededor de cada papel y cada lata, el bosque iba enfermando y volviéndose de color gris, y el color gris comenzó a extenderse rápidamente a todo: al césped, a las flores, a los animales... El niño se dió cuenta de que todo aquello lo provocaban los desperdicios, así que corrió por el bosque con el borrador en la mano para borrarlos allá donde habían caído. Tuvo suerte, y como fue rápido y no dejó ni un sólo desperdicio, el bosque y sus animales pudieron recuperarse y jugaron juntos y divertidos el resto del día.

El niño no volvió a ver nunca más aquella pizarra, pero ahora, cada vez que va al campo con su familia, se acuerda de su aventura y es el primero en recoger todos los desperdicios, y en recordar a todos que cualquier cosa que dejen abandonada supondrá un gran daño para todos los animales. Pedro Pablo Sacristán



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sábado, 29 de octubre de 2011

El huevo podrido

Otro juego de rondas era el del Huevo podrido:
todos se sentaban en ronda y un chico iba brincando por afuera llevando algo (un trapo, una pelota, una maderita, en fin, el huevo podrido) mientras todos cantaban:

Jugando al huevo podrido
se lo tiro al distraído
el distrído lo ve
y huevo podrido es.

El chico debía colocar el huevo podrido detrás de alguien de la ronda sin que se diera cuenta, antes de que se terminara la canción. Y cuando el nene se daba cuenta, tenía que salir corriendo atrás del otro, en la misma dirección de la ronda, y tratar de alcanzarlo antes de que aquel se sentara en el lugar que había dejado libre.
Si lo atrapaba, el atrapado salía del juego y se sentaba al medio. Y después debía ser el el que tenía el huevo podrido (tanto si lo había atrapado como si no).
El tema se complica cuando quedan sólo dos (uno sentado y el otro saltando alrededor). En fin... era muy divertido. Lo jugamos?



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Angelito mexicano

En México hay un tesoro,
un angelito de oro
posado en un solo pie.
Cuando uno mira hacia arriba
es como una estrella viva
que inventa el amanecer.
Parece pedir permiso
al dueño del paraíso
por toda la humanidad
que en esta vida terrena
a lágrimas se encadena
y busca la eternidad.
Angelito mexicano,
ándale y haz el favor
de llevarnos de la mano
por el cielo del amor.
Está en una encrucijada
con la mano levantada,
volándose y no se va.
Abiertas las dos alitas,
le canta las mañanitas
al sol de la libertad.
Y ahora que me despido
del ángel de oro vestido
que me haya escuchado bien
es lo que le recomiendo
pues ya nos estamos viendo
en el umbral del edén.
María Elena Walsh


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domingo, 23 de octubre de 2011

Así jugaba yo a "los fosforitos"...

Todos los chicos menos uno, se ponían en hilera (eran los fosforitos),

uno solo el líder (que luego será la bruja-diablo), iba tocando a ritmo

uno a uno los pies de los que estaban en fila recitando:

Pisa pisuela

color de ciruela

vía vía o este pie

no es de menta ni de rosa

para mi querida esposa

que se llama Doña Rosa

y que vive en Mendoza.

El pie que caía seleccionado debía ponerse un paso más atrás

y nuevamente comenzaba el recitado.

Cuando un participante había "perdido" sus dos pies,

se retiraba a un costado a esperar el descelance

(en la cueva de la bruja-diablo).

Al final, cuando solo quedaba un niño de la fila, este se transforma

en el futuro liberador cuya misión sería la de liberar a los otros

que fueron robados por la bruja-diablo. Mientras tanto, la bruja,

le ordena a cada uno de los atrapados (los foforitos) que adquiera

la forma de una determinada estatua (ej: el jardinero, la bailarina, etc)

que debe quedarse petrificado en esa posición.

Cuando ya todos fueron hechizados (cosa que el liberador debe esperar), comienza el dialogo pautado:

Liberador: toc-toc

Fosforitos hechizados: quien es

Liberador: vengo a buscar a una de mis hermanas

Fosforitos: a cual de ellas?

Liberador: busco a la bailarina

Fosforito bailarina: no puedo porque esta el diablo

Liberador: abre tus alas y ven

Entonces, el elegido debe correr hasta el terreno liberado antes

de que la bruja-diablo los atrape.

El fosforito que es atrapado, es la siguiente bruja-diablo en la

próxima rueda .

Jugamos?






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domingo, 16 de octubre de 2011

Dulzura

Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.

Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo;
deja revolverlo
sobre tu regazo.

Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío:
y en tus brazos locos
tenme suspendido.

Madrecita mía,
todito mi mundo,
déjame decirte
los cariños sumos.

Gabriela Mistral


Feliz día mamitas!!!!

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lunes, 10 de octubre de 2011

Canción para bañar la luna

Ya la Luna baja en camisón
a bañarse en un charquito con jabón.
Ya la Luna baja en tobogán
revoleando su sombrilla de azafrán.
Quien la pesque con una cañita de bambú,
se la lleva a Siu Kiu.

Ya la luna viene en palanquin
a robar un crisantemo del jardín
Ya la luna viene por allí
su quimono dice no, no y ella sí.
Quien la pesque con una cañita de bambú,
se la lleva a Siu Kiu.

Ya la luna baja muy feliz
a empolvarse con azucar la nariz
Ya la luna en puntas de pie
en una tacita china toma té
Quien la pesque con una cañita de bambú,
se la lleva a Siu Kiu.

Ya la luna vino y le dio tos
por comer con dos palitos el arroz
Ya la luna baja desde allá
y por el charquito-quito
Quien la pesque con una cañita de bambú,
se la lleva a Siu Kiu.
María Elena Walsh



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viernes, 7 de octubre de 2011

Adivinanzas

*Unas son redondas,
otras ovaladas,
unas piensan mucho,
otras casi nada.


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ºLa cabeza.



*Vive bajo tierra,
muere en la sartén,
sus diez camisitas
llorando se ven.

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ºLa cebolla.



*Somos verdes y amarillas,
también somos coloradas,
es famosa nuestra tarta
y también podés comernos
sin que estemos cocinadas.

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ºLa manzana.






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martes, 4 de octubre de 2011

La leyenda del Pehuén

Desde siempre Nguenechén hizo crecer el pehuén en grandes bosques, pero al principio las tribus que habitaban eses tierras no comían los piñones porque creían que eran venenosos. Al pehuén o araucaria lo consideraban árbol sagrado y lo veneraban rezando a su sombra, ofreciéndole regalos: carne, humo, y hasta conversaban con él y le confesaban sus malas acciones.
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Los frutos los dejaban en el piso sin utilizarlos. Pero ocurrió que en toda la comarca hubo unos años de gran escasez de alimentos y pasaban mucha hambre, muriendo especialmente niños y ancianos. Ante esta situación los jóvenes marcharon lejos en busca de comestibles: bulbos de amancay, hierbas, bayas, raíces y carne de animales silvestres.

Pero todos volvían con las manos vacías, pareciendo que Dios no escuchaba el clamor de su pueblo y la gente se seguía muriendo de hambre. Pero Nguenechén no los abandonó, y sucedió que cuando uno de los jóvenes volvía desalentado se encontró con un anciano de larga barba blanca.

- ¿Qué buscas, hijo? -le preguntó

- Algún alimento para mis hermanos de la tribu que se mueren de hambre. Pero por desgracia no he encontrado nada.

- Y tantos piñones que ves en el piso bajo los pehuenes, ¿no son comestibles?

- Los frutos del árbol sagrado son venenosos abuelo -contestó el joven.

- Hijo, de ahora en adelante los recibiréis de alimento como un don de Nguenechén. Hervidlos para que se ablanden o tostadlos al fuego y tendréis un manjar delicioso. Haced buen acopio, guardadlos en sitios subterráneos y tendréis comida todo el invierno.

Dicho esto desapareció el anciano. El joven siguiendo su consejo recogió gran cantidad de piñones y los llevó al cacique de la tribu explicándole lo sucedido.

Enseguida reunieron a todos y el jefe contó lo acaecido hablándoles así:

- Nguenechén ha bajado a la tierra para salvarnos. Seguiremos sus consejos y nos alimentaremos con el fruto del árbol sagrado que sólo a él pertenece. Enseguida comieron en abundancia piñones hervidos o tostados, haciendo una gran fiesta.

Desde entonces desapareció la escasez y todos los años cosechaban grandes cantidades de piñones que guardaban bajo tierra y se mantenían frescos durante mucho tiempo.

Aprendieron también a fabricar con los piñones el chahuí, bebida fermentada. Cada día, al amanecer, con un piñón en la mano o una ramita de pehuén, rezan mirando al sol:

“A tí de debemos nuestra vida y te rogamos a tí, el grande, a tí nuestro padre, que no dejes morir a los pehuenes. Deben propagarse como se propagan nuestros descendientes, cuya vida te pertenece, como te pertenecen los árboles sagrados“.

Fuente: Patagonia.com.ar

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