viernes, 27 de febrero de 2009

El patito feo

Tierra adentro, en la parte baja de la pradera, escondido entre los altos juncos que crecían en el borde de la laguna, había un nido lleno de huevos. Mamá Pata estaba suavemente sentada sobre ellos, para darles calor. Esperaba con paciencia el nacimiento de sus patitos.
Crac! Crac! Uno tras otro comenzaron a abrirse los huevos, y los patitos asomaban por ellos sus cabecitas. Pero... que será esa horrible ave gris que aparecía? Mamá Pata no salía de su asombro. "Ninguno de los otros patitos es como este!", exclamó.

Algunos días después, Mamá Pata fue caminando hasta la laguna seguida de sus patitos. Plafff! Se lanzó al agua... y uno tras otro saltaron los patitos. Flotaban espléndidamente. Y hasta el patito feo nadó junto a ellos.

Pero después fueron al corral de los patos. Los otros patos. Los otros patos los miraron con impertinencia y dijeron: "Miren, aquí viene otra cría, como si ya no fuéramos bastantes! Y qué feo es ese patito! Sáquenlo de este corral! No lo queremos!".

Uno por uno, los patos se lanzaron sobre el patito feo y lo picotearon en el cuello, y lo empujaron de un lado a otro. Vinieron después algunos pollitos y ellos también picotearon al pobrecito.

Mamá Pata trató de proteger al patito feo. "Déjenlo tranquilo", pidió a las malignas aves, "él no hace daño a nadie". Pero de nada sirvió. Y hasta sus propios hermanitos empezaron a tratarlo mal.

Todos los días era lo mismo. El patito feo no podía escapar al maltrato. "Creo que será mejor que me vaya lejos, muy lejos", se dijo por fin. Así es que, saltando el cerco, salió a viajar tan rápido como pudo.

Llegó el otoño. Las hojas se pusieron amarillentas y rojizas en el bosque. Una tarde, a la puesta del sol, aparecieron unos cisnes por entre los arbustos. "Ah! Qué lindo ser tan hermoso como ellos!", suspiró el patito feo.

Vino después el invierno. Los días eran cada vez más fríos y el pobre patito feo tuvo que nadar en el agua helada que empezaba a congelarse a su alrededor. Nadie le tría alimentos y apenas tenía qué comer. Todo era muy triste!.

En la primavera, cuando el sol volvió a calentar la tierra y las plantas a florecer, el patito feo notó que sus alas se habían agrandado y eran muy fuertes. Las batió contra su cuerpo, una y dos veces, hasta que por fin se elevó en el aire.

No pasó mucho tiempo antes de que se encontrara en un gran jardín. Tres hermosos cisnes nadaban en un estanque. "Me gustaría ir con ellos", se dijo el patito. Quizá ni siquiera me hagan caso, por ser tan feo. Pero, sin embargo, no importa, lo intentaré".

Voló hasta el agua y nadó rápidamente hacia ellos. Pero cuando miró hacia abajo y vio su propio reflejo en el agua clara, que sorpresa! Ya no era un ave oscura y fea, como le había parecido siempre. Él también era ahora un hermoso cisne blanco.

Unos niños entraron al jardín, gritando: Un cisne nuevo! Mírenlo, aquí!" Y después añadieron: "Es el más lindo de todos los cisnes!".

El cisne nuevo volvió tímidamente la cabeza. Pero se sentía feliz. Aleteó, curvó el grácil cuello y dijo: "Jamás soñé con tanta dicha cuando era el patito feo".

FIN






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domingo, 22 de febrero de 2009

Los tres cerditos

En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar.

El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él.

El mayor trabajaba en su casa de ladrillo.

- Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.

El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó.

El lobo persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos salieron pitando de allí.

Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor.

Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó.

Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.

FIN



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sábado, 21 de febrero de 2009

Abrace a sus niños

Bromee, ría y juegue,
escuche lo que tienen que decirle,
ellos tienen mucho para contarle.

Tome tiempo para conocerlos,
vea el color en sus ojos.
Aprecie a esa persona tan profunda
dentro de sus pequeñas mentiras.

Permita que corran sus dedos por sus cabellos,
doble su cabeza,
llene sus corazones con palabras de alabanza,
haga de su hogar su lugar favorito.

Abrácelos estrechamente en el sofá
y mire un programa de televisión,
cante con ellos o comparta la lectura de un libro
y ayúdelos a crecer en su mundo.

Tome un tiempo para caminar en el parque,
sosténgase de la mano,
huela las flores, alimente los patos,
construya castillos en la arena.

Madre, acaricie a sus niños,
Padre, abrácelos firmemente,
Muéstreles que ellos son un regalo,
ámelos para que se sientan bien.






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domingo, 15 de febrero de 2009

El barrio de los artistas

Miki era un chico alegre, optimista y simpático. Nadie recordaba haberle visto enfadar, y daba igual lo que le dijeran, parecía incapaz de insultar a nadie. Hasta sus maestros se admiraban de su buena disposición para todo, y era tan extraño que incluso se corrió el rumor de que era debido a un secreto especial; y bastó que fuera secreto para que nadie pensara en otra cosa. Tanto preguntaban al pobre Miki, que una tarde invitó a merendar a don José Antonio, su profesor favorito. Al terminar, le quiso animó a ver su habitación, y al abrir la puerta, el maestro quedó como paralizado, al tiempo que una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

¡La enorme pared del fondo era un único collage de miles de colores y formas que inundaba toda la habitación!. Era el decorado más bonito que había visto nunca.

- Algunos en el cole creen que yo nunca pienso mal de nadie -comenzó a explicar Miki-, ni que nada me molesta o que nunca quiera insultar a nadie, pero es mentira. A mí me pasa como a todo el mundo. Y antes me enfadaba mucho más que ningún niño. Sin embargo, hace años con ayuda de mis padres comencé un pequeño collage especial: en él podía utilizar todo tipo de materiales y colores, siempre que con cada pequeña pieza pudiera añadir algún mal pensamiento o acción que hubiera sabido contener.

Era verdad. El maestro se acerdó y en cada una de las pequeñas piezas se podía leer en letras finísimas "tonto", "bruto", "pesado", "aburrido" y otras mil cosas negativas.

- Así que comencé a convertir todos mis malos momentos en una oportunidad de ampliar mi collage. Ahora estoy tan entusiasmado con él, que cada vez que alguien me provoca un enfado no dejo de alegrarme por tener una nueva pieza para mi dibujo.

De muchas cosas más hablaron aquel día, pero lo que el buen maestro no olvidó nunca fue cómo un simple niño le había mostrado que el secreto de un carácter alegre y optimista está en convertir los malos momentos en una oportunidad de sonreir. Sin decírselo a nadie, aquel mismo día comenzó su propio collage, y tanto recomendó aquel secreto a sus alumnos, que años después llamaron a aquel barrio de la ciudad, "El barrio de los artistas" porque cada casa contenía las magníficas obras de arte de aquellos niños optimistas.
por Pedro Pablo Sacristan






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sábado, 14 de febrero de 2009

El genio chapuzas

Hubo una vez un genio, de esos que salía de lámparas maravillosas condeciendo deseos, que se hizo tristemente famoso por sus chapuzas. Cada vez que alguien frotaba la lámpara, y el salía a responder "¿Qué deseas?", surgía una gran nube de humo y volaban cientos de cosas por los aires. Y si alguno de sus amos quedaba con ganas de pedir un deseo, al concedérselo, el regalo salía entre una nube de porquería y cubierto de polvo.
Tantas y tan penosas eran sus chapuzas, que nadie deseaba tener un genio así. Su lámpara terminó sirviendo sólo para dar patadas, como un bote cualquiera, y el genio estuvo años sin salir, triste y deprimido. Hasta que un niño solitario encontró la lámpara y pudo escuchar los lamentos del genio. Entonces decidió hacerse su amigo, y su único deseo fue poder entrar y salir de la lámpara para estar con él. Éste se mostró encantado, pero en cuanto el niño puso el pie en la lámpara, comprendió el problema de aquel genio chapuzas. No es que fuera un mal genio, ¡es que no podía ser más desordenado! Todo estaba tirado por cualquier sitio, sin importar si se trataba de joyas o libros, barcos, o camellos, y se notaba que no había pasado un plumero en años. Como era un genio, tenía de todo, y como la lámpara también era pequeña, estaba todo tan apretujado que era normal que saltara por los aires en cuanto se movía la lámpara y el genio trataba de conseguir algo.

El niño se llevó las manos a la cabeza, y el genio se excusó diciendo que el trabajo de un genio era muy importante y no tenía tiempo para esas cosas, Pero su amigo, que recordaba los buenos consejos de su madre, le explicó que cuanto más importante fuese su trabajo, más orden debía guardar con todas sus cosas, y juntos se dedicaron a dar un buen repaso a la lámpara. Les llevó unos cuantos días, pero al terminar, todo estaba reluciente y cada cosa tenía su sitio especial. Resultaba facilísimo encontrar cualquier regalo y cogerlo sin romper nada.

Así, el genio volvió a ser admirado y respetado por todos, y aprendió que nada grande puede llegar a conseguirse sin tener orden y limpieza con cada cosa pequeña.

por Pedro Pablo Sacristan




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miércoles, 11 de febrero de 2009

Los grandes dones

En cierta ocasión un grupo de niños de un colegio estaba de excursión. Prácticamente todos jugaban a la pelota, menos Moncho, al que veían como un chico tontorrón que no servía para otra cosa que para reírse de él. Y es que no le gustaban ni las peleas, ni los deportes, ni nada de nada, ¡ni siquiera se defendía cuando le pegaban!. Era tan raro, que ni siquiera aquel día jugaba al fútbol como los demás. Y la única vez que dio al balón, lo hizo tan mal que acabó en una pequeña cueva. Cuando entraron por la pelota, en su interior descubrieron un cofre con un enorme libro del que salía un brillo especial. Corrieron a llevárselo a la maestra, quien lo encontró fascinante, y acordaron leerlo en clase a lo largo de los días siguientes.

El libro se titulaba "los grandes dones", y contaba maravillosas historias y cuentos acerca de grandes inventores, maravillosos artistas, sabios escritores y aventureros y buscadores de tesoros. Con cada historia, los niños abrían aún más los ojos, y quedaban encantados con aquellos personajes con dones tan especiales.

Hasta que llegaron a la última página del libro, la que contaba el origen de aquellos grandes personajes. La maestra leyó:
"Existe un lugar en el cielo llamado la fuente de los corazones, donde antes de nacer a cada corazón se le asignan sus muchos dones. Más o menos un poquito de cada cosa, para conseguir personas normales. Pero de vez en cuando, algo sale mal, y algunos corazones llegan al final mucho más vacíos. En esos casos, se rellenan con un último don que convierte esa persona en excepcional. Pueden faltarle muchas otras cualidades; en muchas cosas será distinto del resto y le verán como un niño raro, pero cuando llegue a descubrir su don especial, sus obras pasarán a formar parte de estos libros y cuentos."

Cuando cerró el libro se hizo un largo silencio en clase. Mientras todos pensaban en sus propios dones, Moncho salió con una de sus rarezas:
- ¿Y si te hacen un transplante y te ponen el corazón de un cerdo, tendrás cualidades de cerdo?­ - preguntó todo serio.

Todos sintieron unas enormes ganas de reír, pero entonces, al mirar a Moncho, comprendieron que era él precisamente uno de aquellos casos tan especiales. Y sintieron pena por cada una de las veces que se habían reído de su torpeza y sus cosas raras. Desde aquel día, nunca más trataron de burlarse de Moncho, y entre todos trataban de ayudarle a descubrir su don especial, que resultó ser un talento artístico increíble que le convirtió en el pintor más famoso de su tiempo.


por Pedro Pablo Sacristan



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lunes, 9 de febrero de 2009

sábado, 7 de febrero de 2009

TREN DE CHOCOLATE



Ahí viene el tren de chocolate

cargado con pastel de cacahuate

ahí viene el

tren de caramelos

después de pasear con los abuelos...

cho co cho co

siempre digo que no hay un tren así

cuando para en la estación del pirulí

ahi viene el tren de chocolate

cargado con pastel de cacahuate

ahí viene el

tren de caramelos

despues de pasear con los abuelos...

cho co cho co


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lunes, 2 de febrero de 2009

MAMI YO QUIERO COMER VERDURAS

Mami yo quiero comer verduras

dime mamita que puedo hacer

mami yo quiero comer verduras

y una ensalada quiero yo hacer

un lindo tomatito

con su sombrerito que elegante esta

y una zanahoria tan coqueta

esta, con su minifalda

quiere impresionar

mira que chiquita esta la papita

cuanta lechuguita para saborear

y la cebollita mira que bonita

esta chifladita pues se va a casar!!!






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